LA INVITACIÓN DE MARDORX
“Lo más extraordinario de las revelaciones,
es que las más trascendentales e importantes
aún no han sido escritas ni develadas,
porque las escribirá el corazón humano,
y en ese sentido, nosotros somos la ultima palabra…”
Los grupos de contacto de Chile, habían venido recibiendo una serie de comunicaciones que coincidían con los que nosotros estábamos canalizando, teniendo las confirmaciones requeridas como para poner en funcionamiento la maquinaria necesaria para materializar lo que estos mensajes pedían: organizar un Encuentro Mundial de Contacto en Chile, a realizarse en marzo de 1998. Y así lo hicieron, cursando invitaciones a los otros grupos y coordinando la logística necesaria.
Llegado el mes de marzo, se reunieron en Viña del Mar más de cien personas entusiasmadas por asistir a aquel importante campamento que habría de realizarse en un lugar mágico al pie de montañas, rodeado de árboles y al borde de un pequeño lago de aguas tranquilas.
Desde la hermosa ciudad de Viña, partieron los vehículos que condujeron a los participantes al lugar del encuentro. El traslado fue muy bien organizado, cómodo y agradable, circulando por una excelente carretera costera con rumbo norte, hasta llegar al cabo de poco más de una hora, por un desvío, a una zona de campo y granjas.
Nos encontrábamos muy cerca del mar pero a la vez, al pié de cerros altos, por lo que durante el día arreciaba un intenso Sol de verano, mientras que por la noche, soplaba un viento muy frío del mar que se sumaba al clima helado de la cordillera. El lugar había sido escogido por el grupo de Santiago, siguiendo las pautas aportadas por las comunicaciones psicográficas captadas meses antes, las cuales hablaban de la necesidad del encuentro en esa zona de “Quintero”, pertenecientes a la Quinta Región (zona central de la costa chilena). Y ciertamente que aquel sitio era algo muy especial, por ser un cruce de poderosísimas líneas de energía, por cuanto se hallaba sobre una zona de falla geológica. En el suelo se podía ver claramente una grieta que se extendía de forma transversal por delante de las tiendas de campamento, ubicadas en la orilla occidental de un pequeño lago de aguas tranquilas, que tenía una forma ligeramente ovalada. Al caminar cerca de la fisura, se sentía claramente cómo las corrientes de energía telúrica lo afectaban a uno, por cuanto llegaban a producir un fuerte dolor de cabeza, que sólo se aliviaba descalzándose y abrazando un árbol.
Después que todos nos instalamos, fuimos llamados a la reunión de presentación general. Fue una fiesta de camaradería y hermandad, luego de la cual, se dio una hermosa bienvenida a cargo de los grupos del país anfitrión.
Así transcurrió el primer día. En el segundo, empezamos a trabajar con las meditaciones y las cadenas de irradiación. Era ya martes, cuando se hicieron actividades cada vez más fuertes, que empezaban con sesiones de Tai Chi, gimnasia psicofísica, meditación solar y después nos dirigíamos a sesionar bajo un toldo donde se hacían coloquios, charlas y más meditaciones, protegidos de los intensos rayos del Sol. Por la noche se hacían cadenas de irradiación al planeta, más meditaciones y en ellas, se procuraba la recepción de mensajes.
Todos esperábamos establecer un mayor contacto colectivo con los Hermanos Mayores Extraterrestres, pero el continuo desfile de rezagados (más de los previstos) que por diversas razones (la mayoría, laborales) fueron haciéndose presentes a cualquier hora a lo largo de la semana, afectaban la sintonía y vibración que se iba alcanzando, produciéndose una sensación de retroceso o bajón significativo que se podía apreciar en el ambiente. A pesar de ello, procuramos mantener la armonía y la labor encomendada por los Guías, haciendo cadenas de irradiación al país anfitrión e igualmente a todas las naciones en conflicto en ese momento, para aligerar la carga de la negatividad mundial. También, nos esforzamos todos por mantener las meditaciones continuadas, las que facilitaron la recepción de nuevos mensajes, los mismos que fueron corroborados por la presencia de naves sobre el lugar. Cada trabajo fue dirigido por representantes de los diversos grupos presentes, intercambiando así modalidades y estilos distintos pero complementarios, que hacían variados e interesantes los ejercicios.
Era maravilloso ver a tanta gente de diferentes naciones y ciudades conviviendo en armonía con un mismo objetivo de sembrar paz y esperanza en nuestro planeta.
Al final de cada día, los atardeceres eran de una belleza y un colorido indescriptible, dando paso de inmediato a los avistamientos de las naves que aparecían lanzando fogonazos de luz, como si fuesen flashes de cámara fotográfica, concentrándose los resplandores sobre una colina cercana de forma ligeramente cónica, que teníamos hacia el lado derecho y del otro lado del lago. Esto coincidía con la intuición generalizada que tuvimos desde un inicio, de que en aquel lugar se darían experiencias importantes.
El día jueves, fue cuando más gente llegó. A pesar de ello, aquel día hicimos el máximo esfuerzo por lograr niveles óptimos de sensibilidad, con esforzadas y largas meditaciones que permitieron recepcionar mensajes que hablaban de experiencias de Cristales de Cesio y de Xendra para el viernes y el sábado. Muchos fueron los que visualizaron durante la meditación, a un ser de luz, o como lo definieron algunos, un maestro de túnica blanca.
Así llegamos al viernes, percibiéndose en el ambiente una comprensible ansiedad. Desde muy temprano, había gente fuera de sus tiendas de campaña, dando vueltas, sin poder ocultar su nerviosismo y alegría. Muchos se me acercaban para consultarme los detalles de lo que podía vivirse aquella noche, como para no desaprovechar la oportunidad o no cometer errores. Procuraba tranquilizarlos a todos, sin poder ocultar mi propio entusiasmo. El sentimiento era generalizado, algo muy importante iba a ocurrir.
Después de los ejercicios psicofísicos mañaneros, se recordó la necesidad de asumir un ayuno general, que nos diera la fortaleza interior y sensibilidad para prepararnos para las experiencias. Además, a la hora de las charlas se formaron grupos que dieron explicaciones de lo que significaba la recepción de los cristales, su conservación y uso, así como el compromiso que suponía una iniciación de esa importancia, la cual consistía en un recibir una activación interior para dar más y mejor.
Era el quinto día en el valle, y la atmósfera creada después de cinco jornadas resultaba muy especial. Para quienes recibieran las iniciaciones, les marcarían un hito en sus vidas, pues despertarían la capacidad de canalizar energías extraordinarias de transmutación que están llegando en la actualidad procedente del centro de nuestra galaxia, para ayudarse a sí mismos y a los demás, beneficiando al planeta. Y para los que apoyábamos, sería una nueva oportunidad de servicio y fortalecimiento de nuestros compromisos.
Aquella noche del día 20, el cielo estaba oscuro y estrellado. La temperatura ambiental felizmente no estaba tan fría, por lo que no era tan difícil concentrarse. Y mientras la gente se preparaba en el campamento para iniciar la caminata hacia la colina, cruzando del otro lado del lago, todos apreciamos el avistamiento de un objeto luminoso con la forma de una lenteja que pasó a la altura de donde suelen estar los aviones, pero describiendo como unos arcos, prendiéndose y apagándose y dirigiéndose exactamente hacia donde nos congregaríamos.
Un reducido grupo se quedó en el campamento cuidando a los niños presentes, mientras que el resto partimos bien abrigados y llevando linternas en la mano, por el polvoriento camino. Fue una hermosa caminata en silencio, en fila india, hacia el borde del lago, pasando a un lado de la grieta. Luego remontamos un pequeño arroyo, hasta encontrar el lugar de cruce; subimos una escarpada colina y la bordeamos, hasta quedar enfrente del campamento, pero del otro lado del pequeño lago. La noche estaba sin Luna, por lo que les pedimos a todos que se mantuvieran cerca unos de otros. Cuando llegamos a lo alto de la colina, solicitamos a la gran cantidad de personas allí reunidas, más de cien, su atención para formar dos círculos. En el círculo interior se ubicarían los que no habían recibido los cristales; y en el círculo exterior, los que ya los tenían, e iban apoyar y ser testigos de la recepción. En ese momento empezaron a darse manifestaciones de energía muy contundentes, a manera de flashes lumínicos de distintos colores que caían sobre la colina y sobre todos los reunidos; eran fogonazos de color naranja, rojo azulado y blancos. La vibración que se percibía en el ambiente llegó a crear un ambiente extraño, como que daba la sensación de que el tiempo se había detenido. Todos teníamos la mirada puesta en el centro de la reunión, donde se llegaron a visualizar claramente la proyección de dos seres altos y luminosos…Entonces me atreví a decir:
-”¡Bueno, ya están aquí!”…
Así que se pidió a todos que mantralizaran de manera ininterrumpida el OM, y que los que se encontraban en el círculo interior giraran y se ubicaran mirando a los que se encontraban en el exterior. Cada uno se colocó con los brazos flexionados y las palmas de las manos hacia delante y hacia arriba. A estas alturas, los fogonazos se multiplicaron con gran intensidad, y aparecieron sobre el lago y en dirección norte-sur, dos esferas brillantes a gran altura, que lanzaban sobre el lugar como un cono de luz azul, iniciándose la recepción de cristales. La gente del campamento después nos comentaría que en ese momento, vieron como si fuese nieve, descendiendo sobre el grupo concentrado en la colina.
La captación de los cristales fue muy intensa, al igual que la cercana proyección de los Guías. En las manos de quienes estaban recibiendo, se veían claramente pequeños resplandores, seguidos por una intensa fosforescencia de las palmas, que luego iban dando paso a la formación como de una bola de helado blanca, transformándose a continuación en una pirámide cristalina, de un color entre blanco y dorado o a veces azul. Esto ocurría en ambas palmas, pero de una forma tan clara en algunas personas, que los que estábamos fuera del círculo lo podíamos apreciar a simple vista. Pero no todos los recibían.
Está el caso de Angela Borri de la Argentina, quien mantenía sus ojos cerrados, y sintió la presencia de Elvis, un experimentado instructor, alto y delgado de nuestros grupos de Puerto Rico, preguntándole:
-¿Qué sientes en tus manos?
Ella abrió los ojos, y se las vio a sí mismas fosforescentes, de un color azulino. Entonces, nuestro amigo caribeño, quien actuaba como testigo y coordinador, le cruzó las manos sobre el pecho. Sintiendo ella, una vibración dentro de su cuerpo que subía de los pies a la cabeza, haciéndola temblar; y cada vez se hacía más intensa dicha vibración, pero ella misma se sorprendía al ver que el cuerpo no se sacudía por fuera, sino que todo era interno.
En el círculo interior había una suerte de tensa espera, por cuanto la recepción, en algunos, iba siendo bastante lenta. De pronto Oscar Borri, esposo de Ángela, comenzó a tener visualizaciones. Veía delante de sí, en el aire, como un túnel acrílico transparente, y lo que percibá era tan claro que él no sabía si sus ojos estaban cerrados o abiertos. Parecía como si en las paredes de ese acrílico se reflejase una luz, y daba la sensación de ser algo tubular. Al fondo del mismo, podía advertir un rostro que lo miraba con facciones severas, ojos grandes, casi inexpresivo, y cabeza acampanada. El sólo apreciaba el rostro y el torso de este personaje. Esto duró unos instantes. Luego dio paso a la observación de una semiesfera compuesta de luces multicolores, en cuyo borde había una potente luz blanca, que se veía venir en dirección a él, procedente de la zona donde asomaban unos árboles cercanos. Esta otra experiencia le hizo observar el círculo exterior, y allí Oscar contempló la presencia de una persona alta y delgada, fuera del segundo círculo, diferente al resto, que tenía los brazos cruzados en el pecho, sin facciones definidas y vestido, aparentemente, con un traje de color gris metalizado pero sin brillo y unas botas altas. Esa persona permaneció allí durante toda la experiencia, sin que la mayoría se percatara de su presencia.
Me aproximé entonces a Oscar y le pregunté si sentía algo en las manos. Él aún no estaba seguro de lo que estaba percibiendo, quizás lo confundía el haber llegado con una gran expectativa que lo llevaba a mantener una suerte de tensión. Pero ciertamente, sentía una gran energía que le llegaba por la coronilla y mucho peso en las manos. Entonces pedí a los compañeros que lo dejaran un rato más. Para esto, el peso llegó a hacérsele insostenible, por lo que en ese momento Oscar sintió que se iba a desmayar. En ese instante, él comenzó a visualizar que, desde la cabeza hacia abajo, su cuerpo se iba como partiendo en rodajas de medio centímetro, en pequeñas y bien definidas partes blancas, hasta llegar a los pies. Momento este en que le vino la pérdida de conocimiento y un espectacular desmayo, por cuanto cayó de bruces al suelo.
Ángela había terminado de recibir los cristales, cuando se dio cuenta de que Oscar iba bajando sus manos y brazos, y caía desmayado de una forma aparatosa. En ese momento, gritó pidiendo ayuda para su marido, porque temía que hubiese sido víctima de un infarto, a pesar de ser él un hombre deportista. Inmediatamente lo rodeamos los coordinadores para socorrerlo, acomodándolo lo mejor posible para que pudiera respirar, y procediendo a continuación a irradiarlo con imposición de manos. Ángela después recordaría que cuando su marido se desmayó y la gente se movió, pudo ver detrás de Oscar Jaar de Chile, una silueta luminosa que no percibió nítidamente, como de una persona estilizada no muy alta, que se mantenía estática en la misma posición de cuando uno ha terminado la recepción (con las manos cruzadas en el pecho). Lo que sí divisaba ella con claridad era que tenía como un traje gris pegado al cuerpo y unas botas más oscuras que el traje.
En el primer instante del desmayo, Oscar Borri se ve a sí mismo como en un túnel, con una luz al fondo y la sombra de algunos objetos que allí había. Acto seguido, pierde totalmente el sentido, y de pronto se siente despertando en su propia cama en su casa de Buenos Aires, sintiendo una increíble sensación de placer. Pero entonces se da cuenta de que no puede estar allí, y al seguir tomando conciencia, piensa que más bien estaba en la tienda de campaña, despertándose como de un profundo sueño en el campamento, aunque recordó que tampoco podía ser eso posible. Al tomar conciencia plena del momento y del lugar, hizo memoria del desmayo y se percató de la cantidad de personas a su alrededor que lo estaban asistiendo con energía allí en el cerro.
Una vez que nuestro querido amigo argentino se incorporó del suelo, verificando Ángela y todos los demás que él se encontraba bien, armamos un nuevo círculo para agradecer por todo lo que se había dado. Allí invité a que todos hiciéramos una cadena de irradiación a nuestros hogares y familias, ocurriendo un fenómeno extraño: resulta que en casa de los Borri, en Buenos Aires, a muchísimos kilómetros de distancia de aquel sitio, su hija Vivi se percató de que, a esa misma hora, el lavarropas se encendió solo y comenzó a funcionar. Ella quedó muy sorprendida. Al regreso de sus padres, pudieron compartir ambas experiencias.
Oscar, que aún se encontraba dentro del círculo, sabía que por ese día había terminado sus experiencias en la colina, por lo que se dispuso a volver al campamento con la mayoría de los presentes. El había sido uno de los pocos asistentes que desde el momento mismo de acercarnos a la colina se fue tornando todo luminoso, previamente a la recepción.
Durante la recepción de cristales hubo muchos que los recibieron, y otros no, pero todos quedaron muy motivados por la cantidad de fenómenos que envolvieron el lugar.
Ya en el campamento, tratando de conciliar el sueño, a Oscar se le venía a la mente infinidad de imágenes que se agolpaban sin poderlas precisar, acelerándosele el corazón. Esto se repitió varias veces, hasta que fue aminorando y pudo quedarse dormido.
Se dio el caso de una familia chilena que tenía un niño de diez años. Los padres fueron incluidos dentro de la rueda de quienes iban a recibir los Cristales, en tanto el pequeño, aunque había sido relegado fuera, se mantenía atento al desarrollo de los acontecimientos. Algunos de los que supervisaban la recepción, al cabo de un rato lo quisieron incluir en el círculo central, y al pedirle que se quitara los guantes, se produjo el chasquido de la estática, contemplando cómo tenía sus manos extremadamente luminosas, quedando todos sorprendidos. El niño de la emoción, se puso a llorar de felicidad.
A la mañana siguiente, todos pensábamos que Oscar iba a aparecer con el rostro hinchado, inflamado, por el golpe violento, por cuanto su linterna guardaba en el interior de su campera, se había hecho trizas. Y cuando asomó del interior de su tienda de campaña, no podíamos creer que estaba sin rasguño alguno. Estaba impecable, la ropa no tenía alguna mota de polvo, que sería la consecuencia lógica de haber caído violentamente en un suelo pedregoso y polvoriento. Realmente, nadie lo podía explicar.
Era sábado. El sexto día del campamento y del encuentro mundial. El campamento estaba envuelto en alegría por las vivencias que se habían dado en la noche anterior, pero no nos quedamos quietos, sino que continuamos con nuestra dinámica de preparación, sin aflojar en ningún momento. Luego de los trabajos de meditaciones, cadenas e irradiaciones al planeta, hicimos en la tarde un ejercicio de proyección mental hacia la Cuarta Dimensión.
Por la noche salimos nuevamente en dirección hacia la colina. Lo que correspondía ahora era la experiencia del Xendra, pero como algunos no habían podido integrar los Cristales el día anterior, llevamos a aquellas personas que faltaron del otro lado del lago, y aguardamos. La ventaja era que ya no había la expectativa desmedida del día anterior, así que con mucha tranquilidad y con menos gente se formó un nuevo círculo, y las personas se concentraron. En ese momento Oscar Borri, nuevamente presente en el lugar, lejos de las percepciones usuales de peso y calor, sintió como que algo o alguien le tocaba en el centro de las palmas de las manos. Fue entonces que me percaté de que algo le pasaba, y al acercarme a él, le pregunté qué sentía. Él me mostró sus manos, y al contemplar la presencia de los cristales en sus palmas, le ayudé a integrarlos, juntando sus palmas en el pecho. Oscar percibió entonces una energía radiante allí donde tenía colocadas sus manos. Pensando que con ello terminaba la recepción, quedó sorprendido cuando con los ojos abiertos contempló la presencia en el lugar, a unos treinta o cuarenta metros de distancia, pero en el aire, de una imagen circular llena de luces de colores, en cuyo interior percibió a una persona como con una túnica marrón . No supo por qué, pero la sensación era muy clara, y el impacto emotivo también: ¡allí, delante de él tenía al mismísimo Jesús!, ¡el Maestro de Galilea! Quien se encontraría como supervisando el momento y la experiencia. La observación habrá durado como un minuto y medio; luego, la imagen desapareció rápidamente o bien la excesiva emoción que le causaba, le hizo perder la concentración. Pero Oscar no contó esa parte de la experiencia sino hasta tiempo después del encuentro.
Los que habían recibido los cristales fueron invitados a salir del círculo. Y Oscar, una vez fuera de él, vio cómo entre los árboles avanzaba lentamente una esfera de luz como de un color blanco y de unos treinta centímetros de diámetro. La estuvo observando moverse hasta que se detuvo, y a una distancia de unos setenta metros, vio que de la bola de luz salió como si fuese un cordel de luz violeta que avanzaba de una forma ligeramente ondulada, y cuando llegó a estar como a unos diez centímetros de su pecho, el rayo se abrió en tres y lo atravesó produciéndole una infinita paz y armonía. La sensación fue muy agradable, y él mismo se sorprendió de no haberse descontrolado frente a semejante experiencia. Con esta última vivencia Oscar quedó muy impactado, sobre todo porque al regresar al campamento con su esposa Ángela, contemplaron cómo una nube muy luminosa como con rayos o relámpagos se deslizaba inexplicablemente contra el viento, pasando sobre el campamento.
A la colina habrían de volver en horas de la madrugada, unas pocas personas, para vivir la experiencia del Xendra o Puerta Dimensional. Los Hermanos Mayores, según las comunicaciones, la tenían reservada para un reducido grupo de sólo cuatro personas que la traspasarían. La selección de un número tan reducido se hacía difícil, ya que el número de los asistentes a la salida había sobrepasado el centenar. Existía siempre el peligro de que nuestros egos fueran afectados por el protagonismo, o la elección se viera influenciada por las simpatías personales. Esto me llevó a escoger a los posibles candidatos de entre las personas más comprometidas que dirigen los grupos, y así resultó un grupo de catorce personas a las cuales acompañaría hasta el lugar dispuesto para las experiencias, dejando que los Guías terminaran de seleccionar de entre ellos, a aquellos cuatro que consideraran definitivamente preparados. Con Jaime Villamandos, abogado brillante y honesto, asi como gran amigo de muchos años en Chile, recorrimos previamente toda la zona, procurando detectar la presencia contundente del domo luminoso. Pero extrañamente, no logramos ubicarlo, aunque se percibía mucha energía saturando el lugar, con una suave niebla a media altura, iluminada por la luz de la Luna. De regreso al campamento esperamos la hora del contacto, el cual debía darse en la madrugada del sábado para el domingo.
Me parecía extraño que no fuera evidente en el lugar la presencia del Xendra, pero en honor a la verdad, sabía que desde un inicio había faltado al encuentro la suficiente disciplina en la gente que se mantuvo entrando y saliendo del lugar a pesar de las restricciones de la organización. Ello se estaba reflejando aquella noche, en la dispersión de las energías, por lo que tendríamos que hacer un mayor esfuerzo para crear las condiciones que permitieran materializar lo que estaba dispuesto.
Llegado el momento, pasamos la voz a los participantes, y una vez más, en fila india, avanzamos por el terroso sendero lleno de cardos, siguiendo la grieta hacia el arroyo. Lo cruzamos nuevamente, y luego ascendimos hacia la colina.
Fue un largo paseo, recorriendo junto a todo el grupo seleccionado, aquella zona en la búsqueda infructuosa del umbral. Al fin, volvimos a la colina donde horas antes se habían recibido los cristales. Allí les pedimos a todos que se dispersaran para que cada uno meditase por su cuenta, esperando que se dieran las manifestaciones de la experiencia, y que los Guías mismos concretaran la labor de seleccionar las cuatro personas que habrían de vivirla, guiándolas hasta ella.
Yo me consideraba al margen de la posible experiencia, por cuanto ya muchas veces antes la había vivido solo y acompañado. Por tanto, pensé que era un buen momento como para darle oportunidad a otros.
Me encontraba hacia buen rato de cara al lago en plena meditación, cuando sentí una inexplicable necesidad de levantarme del suelo para dirigirme hacia unos árboles cercanos. Al llegar a estos, percibí mucho calor y estática, así como una extraña brillantez. No queriéndome confundir, cerré mis ojos y traté de avanzar con los brazos y las manos extendidos hacia delante, procurando definir lo que sentía. A pesar de tener los ojos cerrados era como si tuviese un foco delante de mí alumbrándome. De un momento a otro fui envuelto en una extraordinaria luz y energía, como en remolino, y en medio de ella, vi asomarse el rostro ovalado y oscuro de un ser que no tenía pelo. Era delgado, calvo y muy alto, probablemente de un metro noventa de altura. Sus ojos estaban hendidos en su piel cobriza oscura; su boca y nariz eran pequeñas, y su traje, pegado al cuerpo, era de un color blanco metálico. Pude percatarme a pesar de todo, que llevaba botas. De inmediato lo reconocí como Mardorx de Xilox, a quien había conocido muchos años atrás. Él me hizo señas con su mano de alargados dedos, como para que lo acompañara. Lo seguí a través de la profunda luz que quemaba mi cuerpo y aparecí a continuación en medio de construcciones en forma de domos en un paisaje irreal, bajo un cielo diferente al de Quintero.
¡Estaba nuevamente en Morlen!, ¡Ganímedes!, ¡la mayor de las lunas de Júpiter! Y eso que hasta hacía unos instantes me encontraba en Chile.
Siguiendo a éste ser, nos encaminamos directamente a una de estas estructuras a manera de cúpula, e ingresamos inmediatamente en su interior. Dentro se percibía un lugar espacioso y luminoso. Las paredes curvadas y redondeadas eran como de un color blanco humo, similar al cristal ahumado, y daban al interior una relajante tonalidad azulina. Eran como dos habitaciones, pero una alrededor de la otra, por cuanto en el centro del domo había otra, más pequeña, semejante a un huevo, que sentí que era como la recámara. Sólo la parte superior del domo era traslúcida. No se apreciaban muchos muebles, y los que había eran más bien propios de una sala o un escritorio de corte muy modernista. Había también estantes diseñados en las mismas paredes, luciendo algunos extraños objetos. Mientras satisfacía mi curiosidad observando lo que allí había, fui invitado a acomodarme en una especie de largo sofá, en tanto Mardorx permanecía parado delante de mí, dispuesto a explicarme el motivo de mi presencia en ese lugar. De pronto, este ser levantó su mano y rompiendo su silencio, me comunicó mentalmente:
-¡Ha llegado el tiempo para que, en algunos culmine la preparación y empiece la acción comprometida y definitiva!
-Excúseme, pero yo pensé que esta experiencia no me correspondía, y más bien estaba preparado a otros para vivenciar lo que estaba previsto- me permití comentarle sinceramente
-Cada uno tiene su momento para madurar en la Misión del contacto, y nadie les debe facilitar las cosas a otros ni ahorrarles etapas. Que cada cual asuma sus responsabilidades y haga sus propios méritos. Por lo pronto, tu responsabilidad es estar aquí; y el propósito de tu presencia es el de ser los ojos y oídos del grupo de contacto, para que luego puedas seguir siendo una voz inspiradora que llegue con convicción y esperanza a la humanidad…Pero son los pasos de cada uno los que los traen hasta aquí.
-¡Pues aquí estoy, aunque aún no sé en qué consiste esta invitación!
Algunos de los conceptos vertidos por este ser eran muy similares a los que había escuchado en anteriores mensajes, por lo que se evidenciaba que había un criterio común extendido entre los Guías.
-Hace dos milenios-comentó Mardorx-, un Gran Maestro se marchó de tu planeta tras haber abierto un Portal que aseguraría a la humanidad una oportunidad única de cumplir con su parte en el Plan Cósmico.
-¿Y por qué se fue?- pregunté, queriendo aprovechar la oportunidad.
-Fue para asegurar ese Portal, mediante la conexión con el Tiempo Real del Universo. Al irse a una cuarta dimensión con el nivel de conciencia de séptima dimensión que había alcanzado en su perfección en el amor, estableció un puente desde lo material con el universo espiritual. Aunque no este físicamente con ustedes en la Tierra, lo está mental y espiritualmente, como una compañía permanente y sin tiempo.
Al irse él, ha enlazado los universos y las dimensiones de tal manera que el “Espíritu Crístico” (la conciencia despierta de la misión personal y colectiva) viene siendo derramado sobre todos aquellos que se abren a recibirlo. Lo pueden llamar, si desean, “iluminación” o “Espíritu Santo”; que es aquella que les permitirá encontrarse actuando. Pero ahora es la gran oportunidad como para que no solamente ustedes sino la humanidad entera, actúe y cambie, ayudando a otros mundos y civilizaciones también a cambiar. En los últimos años del tiempo de ustedes, han venido cumpliendo no muy conscientemente los objetivos del contacto. Por tanto, llegado es el momento de que se den cuenta del porqué y el para qué de éste contacto: ¡ser soles en la Tierra!… Ustedes están llamados a ser puntos de referencia para los demás.
Mardorx giró con su vista y el cuerpo hacia los estantes del lado derecho de donde yo me encontraba, allí se veía como una pequeña caja de madera redondeada en la parte superior, con un reloj típicamente terrestre en su interior y con un pequeño péndulo. Era un reloj como del siglo XIX. Y debajo, hacia el lado de la pierna izquierda del extraterrestre, había sobre el suelo, como una obra de arte de metal, por lo menos es lo que me pareció a mí, tal vez de un metro y medio de altura y unos setenta centímetros de ancho en la parte superior. Parecía como un cono invertido, lleno a su vez de muchos otros conitos espirales, soldados a la estructura principal y abriéndose hacia arriba.
Concentré entonces mi mirada en los dedos de las manos del Guía, que tenían una falange más que la nuestra, cuando de pronto retomó la conversación y dijo:
-¿No te molesta que estemos esperando? Estamos aguardando la autorización para ir a la Cúpula Central de la Ciudad Cristal, allí va ser nuestra reunión.
-No tengo apuro alguno. ¡Está bien!…
No sabía con quién ni para qué sería la reunión, pero ya que estaba allí, sólo me restaba aguardar y estar atento a los detalles. Pero de pronto se me cruzó por la mente que la reunión sería con los otros tres compañeros que habían sido invitados igual que yo al Xendra.
-¡Es fascinante…ustedes están viviendo en un tiempo sin tiempo!-comentó este ser.
Mientras decía esto, abrió la luneta del reloj y comenzó a hacer girar suavemente con sus largos dedos, las manecillas hacia delante y hacia atrás. Y agregó:
-¡Qué diferencia con el nuestro, que es rígido y sin variaciones significativas, atrapados en nuestro propio proyecto!
Dejó entonces el reloj de madera y señalo la obra de arte que tenía a los pies, y que resulto siendo como una especie de reloj cósmico.
-Perdone, pero no le he entendido ¿Qué quiere decir esto? ¿Será acaso que ya se nos acabó el tiempo o que el tiempo no existe para nosotros?¿Podría explicármelo mejor?
Estaba preguntando eso aun cuando sentí inmediatamente la respuesta…Entendía pero no lo podía definir:
– Al estar ustedes en un tiempo alternativo, muchas cosas pueden variar; y desde donde se encuentran, pueden afectar otras realidades, como la nuestra por ejemplo. Eso ha despertado grandes temores y ha hecho que entidades elevadas y hasta civilizaciones enteras, se opusieran a que siguiese adelante este proyecto que involucra a la Tierra y a la humanidad. Pero ya empezó a variar, ya estamos sintiendo cosas significativamente útiles y novedosas para nosotros. ¡Ustedes nos están haciendo sentir cosas que solo las conocíamos como conceptos!
Estábamos allí cuando de pronto, ingresó en la habitación una pequeña esfera metálica como de un color blanco, de unos 30 cm de diámetro. Se colocó delante del Mardorx, como trasmitiéndole algo con profundidad, por cuanto él mantuvo la mirada fija en el objeto. Luego éste ser, giró su inexpresivo rostro hacía mí y me dijo que ya habíamos recibido autorización para ir a donde debíamos. A continuación me incorporé y lo acompañé hasta la salida del domo, mientras la esfera iba delante de nosotros.
-¿Qué opinas de la canepla (ojo electrónico) que nos acompaña?- me preguntó sorpresivamente.
– Me parece como si fuese su secretario. Debe de ser un buen colaborador, ¿no?- contesté en una conversación superficial, que parecía buscar relajarme.
-¡Ciertamente que sí! Las caneplas son muy prácticas y útiles- contestó sin mayores comentarios, al momento de salir hacia el exterior.
No podía imaginarme lo que me aguardaba a continuación. Sin embargo, había en mí un suerte de expectativa creciente e incertidumbre, que luego se confirmaría al llegar al interior de la Gran Cúpula Central de Morlen, ante la presencia del “ Maestro de Maestros”. Habían pasado 24 años desde que se inició nuestra aventura, y no dejaba de sorprenderme con todo aquello que nos tocaba vivir.
Salimos de la casa del Guía y quedamos rápidamente bajo un cielo colorido y extraño, donde el planeta Júpiter ocupaba gran parte del horizonte. Fui avanzando, sin sospechar que me dirigía a vivir el momento más especial de mi vida. Un momento que no olvidaría jamás…
Fuimos caminando con Mardorx por la ciudad, guiados en todo momento por la esferita blanca que se mantenía siempre a una distancia constante de nosotros. Íbamos por un camino ancho y empedrado que cruzaba la ciudad de un extremo a otro, acercándonos al pie de unos cerros no muy altos y alejándonos del grueso de los edificios, que por lo que nos han dicho, se extienden a gran profundidad en el subsuelo. Al bajar la mirada, para ver por dónde iba, pude observar cómo se destacaba allí cerca, y delante de nosotros, una impresionante cúpula de un color blanco azulino, con destellos brillantes. Tenía en su parte superior lo que parecía ser el símbolo de una estrella de seis puntas.
Era ese edificio la sede transitoria de los 24 Ancianos o Concejo de la Confederación de Mundos de la Galaxia, lugar al que había llegado en alguna otra ocasión en una experiencia colectiva a través de los pasos interdimensionales. Recuerdo muy especialmente la de 1974, cuando varios de nosotros llegamos a estar delante mismo del Concejo, a través de un Xendra Gimbra.
La vereda terminaba en una rampa que ascendía hacia una inmensa y espectacular puerta, la cual se abrió a nuestro paso. Dentro, el colorido era alucinante. Había cantidad de salas y corredores que se multiplicaban y se abrían en todas direcciones, pero el común denominador era la poca presencia de muebles.
Seguimos nuestro camino hacia la derecha, y luego, más adelante, tomamos el lado izquierdo donde encontramos una rampa que ascendía formando una curva, con un pequeños escalones que se intercalaban cada tanto. Por ese lugar subimos hasta un salón donde había esculturas de metal, muchas de ellas representando mundos, sistemas y toda clase de estructuras estelares.
La esferita se nos había adelantado y se había ido al fondo de la estancia, donde apareció un hombre de cabello largo oscuro, vestido de blanco. De pronto, este personaje se detuvo a comunicarse con la canepla, y luego lo hizo con el guía, quien también avanzó ligero hasta ubicarse delante de él. Yo quedé rezagado y a la distancia, quizás a la espera de la autorización para acercarme. De pronto, aquella persona alzó su brazo y su mano, llamándome con voz fuerte y melodiosa.
-¡Acércate, querido amigo!
Me fui aproximando hasta quedar delante de esta persona de mediana edad, delgada pero a la vez fuerte y un poco más alta que yo. Tenía él un aura de sabiduría antigua, e iba vestido con una túnica larga y suelta. Su pelo, como lo había percibido a la distancia, era largo, oscuro y ligeramente ondulado, con una raya en el medio, poderosas entradas y frente amplia. Su tez lucía tostada, como la de los árabes actuales, con bigotes y barba tupida, partida en el medio, así como redondeada a los lados y en las puntas.
Ese rostro me resultaba familiar, mientras mi cuerpo se estremecía en su presencia.
-¡Discúlpame Maestro! – me apresuré a decir sin poder ocultar la emoción-, pero ¿eres quien creo que eres?…
-¿Qué dice tu corazón?
-¡Pues, mi corazón está a punto de estallar!- repliqué tartamudeando.
-No estás equivocado, y como ves, aún conservo las huellas de mi última estancia en la Tierra.
Dijo esto y me mostró sus manos. Al extenderlas, se retrajeron las mangas de su túnica, dejándose ver unas terribles cicatrices de un color rosado anaranjado, como si fuesen ampollas de quemaduras más que huecos de clavos, ubicadas a la altura de las muñecas.
En ese instante, lo único que se me ocurrió hacer fue acercar temblorosamente mi mano derecha a la suya, y tocar con mis dedos su palma, la cual era dura y áspera, pero muy cálida. De inmediato la retiré, porque entonces Él empezó a hablar.
-¡Valió la pena!…- dijo, esbozando una sonrisa.
Su comentario produjo un lapso en mí. Me quedé en un profundo silencio y hasta pensativo. ¡No lo podía creer!…¡Estaba delante del Maestro!… En 1987, durante mi tercer ingreso físico en una nave extraterrestre, cuando por primera vez los acompañaba en una nave a Morlen (Ganímedes), llegué a una de las ciudades de este satélite. Esa urbe era llamada “Confraternidad”, donde vivían alrededor de 12.000 personas de origen terrestre que fueron extraídas de nuestro mundo, en los últimos 300 años, rescatadas por los extraterrestres de lugares como el “Triángulo de las Bermudas” o el “Triángulo del Dragón” en el Pacífico, donde se abren cada cierto tiempo y por determinadas condiciones, puertas interdimensionales. Son Umbrales naturales que atrapan todo tipo de objetos metálicos, junto con sus tripulaciones.
Allí en Morlen estaban siendo preparadas para ser devueltas en pequeños grupos a nuestro mundo, a partir de agosto de ese mismo año, para infiltrase en nuestra sociedad, vinculándose a puestos de poder y en medios de comunicación, para ayudar de esa manera a acelerar el gran cambió. También me dijeron en esa ocasión que ese año, según nuestro calendario, estaba regresando el maestro a nuestra Galaxia, y específicamente a Morlen, con el fin de supervisar el proceso de la humanidad de la Tierra.
El Maestro Jesús fue llevado por una nave estraterrestre fuera de la tierra, tomado de delante de los mismos apóstoles, conducido más allá de nuestro sistema solar y de nuestra galaxia.
Todo ello se me vino a la cabeza, como una multitud de imágenes y recuerdos que atiborraban mi memoria. Cuando reaccioné dije:
-Perdón, no entendí. ¿Qué fue lo que valió la pena?-pregunté, sin recuperarme aún de la impresión.
-El darlo todo por amor en una existencia. Porque con tal esfuerzo hoy el camino es más claro, abierto y accesible a todos.
-¿Pero fue en una o en varias?- inquirí con insolente curiosidad.
-¡La última fue la mejor, aunque resultó la más dura!
Su respuesta fue un bálsamo para mí, porque la había dado con un especial sentido del humor.
Había en Él una cordialidad tan especial y maravillosa, que sinceramente no me sentía digno de estar allí. Y hasta me avergoncé de haberlo tratado tan familiarmente y de haber indagado.
Él se dio cuenta de mi conflicto de emociones y pensamientos, entonces, como dándome una mano espiritual me hizo una pregunta.
-¿Qué te aflige mi amigo?
-¡A tu lado me siento bien, y pareciera que nada importa, Señor! Pero en el mundo las cosas están tan difíciles…-respondí sin poder evitar una cuota de desaliento. Sentía que en ese momento podía desahogarme con Él.
-Es una etapa difícil, es cierto, pero en la medida en que haya más gente entregada al servicio a los demás habrá más esperanza y amor en el mundo. ¡Eso es lo que cuenta!
-Pero ¿hasta cuando?
-Hasta el final del ciclo. Ya falta poco…
-¿Y para qué, Maestro? ¿En qué consistió realmente tu misión?….Durante estos años hemos escuchado muchas cosas de Ti, pero resultan incompletas. – Repliqué atropellando con mis pensamientos y mis preguntas desordenadas.
-Hubo un momento en que había que crear esa esperanza de la que te hablé. Se había llegado a una situación crítica en que parecía inviable construir un puente de luz y de unión entre los tiempos y los universos. Había muchos seres que trataban de asegurar la supervivencia de la humanidad, y el cumplimiento de su labor, ayudando al ser humano a descubrir las expectativas cósmicas que pesan sobre él, pero la labor del acechador había sido muy grande, neutralizando este proceso de despertar y darse cuenta.
No faltaron quienes hasta llegaron a dudar de que la humanidad lo lograría…Entonces ¡yo me ofrecí para intentarlo!¡Vine a unir las orillas, y ¡a acercar lo que estaba alejado! Pedí la oportunidad para tratar de vivir el amor hasta las últimas consecuencias y dar esperanza, poniendo lo mejor de mí al servicio del Plan…Pero sin el apoyo del Padre, no hubiese podido…
En verdad te digo: vine a recordar qué es lo que se espera de nosotros, y a aprender y enseñar el cómo, para que se haga, o por lo menos se intente…
-Tus palabras recogen muchos de los pensamientos que los Guías nos han transmitido en todo este tiempo. ¿Por qué es así?
– Ellos también están aprendiendo a ser buenos discípulos…
Observé en ese momento que al hacer su último comentario, el Maestro dirigió una mirada benevolente y una sonrisa cariñosa hacia Mardorx.
-¿Y cómo podemos acercar lo que estaba distante?-volví a preguntar, retomando sus palabras.
-¿Recuerdan cómo durante mi vida puse énfasis en las curaciones? Pues de eso se trata. Hay que sanar el alma de la humanidad a través del “amor en el perdón”…Mi misión fue enseñar que el amor es la fuerza más poderosa del universo, capaz de abrir impenetrables muros y enlazar abismos insondables; y que sí es posible vivir para amar, y morir por amor para alcanzar la vida eterna…
-¿Resucitar en el amor?¿Eso propones Maestro?… – contribuí casi sin darme cuenta por seguir cada palabra de su hermosa enseñanza.
-En verdad así es, y la humanidad va ser requerida en un gran esfuerzo de amor cuando sepa su naturaleza y origen. Allí va tener que ser capaz de perdonar mucho, tanto a aquellos que permitieron que vinieran de afuera otros con actitudes equivocadas, como a los acechadores y a quienes estuvieron a su servicio saboteando el proceso. Pero si antes no se ha ejercitado ese “perdón” en lo diario y cotidiano, en lo prioritario y más cercano, fracasará la misión colectiva.
-¡Entonces se confundió tu mensaje! No entendieron lo que dijiste, ni lo que hiciste. Al final no valoraron la importancia del perdón como medio transformador, y por el contrario, creyeron que tú ya lo habías hecho todo, y que bastaba con tener fe…
Cuán necesaria es en esta época la reconciliación de los seres humanos consigo mismos y con los demás. Pensaba para mis adentros…¿Pero qué estaba diciendo yo?¿Cómo podía ser que estuviese allí viviendo esa experiencia y dirigiéndome al Maestro de una forma tan sencilla y coloquial?….¡Pero…sí, estaba allí y era real!
– Pues ya lo tengo claro….Discúlpame Señor que cambie de tema, pero ¿por qué en los Evangelios dicen que Tú eres “El Señor del tiempo”?
-¿No has aprendido bien la lección que te han enseñado los hermanos del espacio o es que me estás tomando la lección a mí?,,,- En ese momento se sonrió, como cuando uno festeja una inocente travesura de un niño- Con mi vida, lo que se logró fue acercar el tiempo que vive la humanidad con el tiempo en que se desenvuelve el universo, de donde llegaron aquellos que fueron llamados ángeles. Mi vida supuso un portal que se abrió, un puente que se tendió desde aquí hacia allá, y que ahora espera ser reencontrado y transitado…También había que elevar al ser humano por encima de su condición de “proyecto”, dignificándolo delante de los demás mundos y civilizaciones, logrando niveles nunca vistos que permitieron acercar nuestra existencia material y mental con el Universo Espiritual.
-Es complicado todo eso que los extraterrestres nos han venido diciendo, de que estamos viviendo en un tiempo alternativo, que realmente no existe y que hay un tiempo real del universo que es el que sí existe. ¿Pero es que acaso el tiempo no es sólo una creación mental, una forma referencial? ¿Qué vendría a ser el tiempo entonces? -Ya para ese momento, estaba maravillado de tener la oportunidad de preguntar y ser esclarecido de la forma que lo estaba sintiendo. Por supuesto, estaba aprovechando la situación al máximo.
-¡Ciertamente es complicado!- contestó el Maestro-. Y te lo voy a explicar como aquí lo enseñan a los niños, para que lo puedas unir con todo lo que te han dicho antes: el Tiempo es la Creación misma, pero es que después de la última creación hubo una creación alternativa o segunda creación, o llámale si deseas recreación, afectando los procesos originales. Un círculo tocando otro círculo.
-¿Cómo un número ocho o el símbolo del infinito?- pregunté intrigado.
-Es cierto…-dijo el Maestro demostrando una paciencia infinita- Como sabes, en mí se produjo a lo largo de mi vida pública una trasmigración, mediante la cual uno de los Padres Creadores del universo Mental, un “Hellel” o “Resplandeciente” llamado Michael o Miguel se fusionó conmigo, separándose luego en el momento de la crucifixión, dejándome que muriera sólo y sellara mi misión.
-¿Se selló cuando dijiste: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen?
-Ciertamente. Ese fue el momento.
Después de que alcancé traspasar el umbral de la séptima dimensión, fue como un sello simbólico que se abrió, así como una realidad que se concretó, descorriéndose los velos del conocimiento que iluminarían las vidas de aquellos buscadores de la verdad, para que cada cual también lo intente. Estaba en la séptima dimensión conectando con el Universo Espiritual, pero a la vez podía desplazarme a voluntad hacia una octava dimensión, por cuanto fui considerado “Hijo de Dios” por mérito propio.
Una vez resucitado no podía permanecer aquí materialmente, pues ya pertenecía a otra realidad dimensional, aunque conservaba el cuerpo físico glorificado y regenerado. Por ello tenía que ubicarme fuera de aquí, para dar opción como para que cada uno hiciese su parte, y así cimentar el proceso de construcción del puente…
-¿El de la reconexión cósmica, que permita integrar las dos realidades paralelas?- aporté impulsivamente.
-¡Muy bien, la lección está aprendida!…¡Y habrá entonces un nuevo tiempo, y una nueva tierra así como un nuevo ser humano! Esto significa una renovación total…
-¿Y dónde has estado realmente todo este tiempo?-lancé mi consulta como queriendo complementar la información que tenía.
-¡Bien lo sabes!…Porque ellos (los Guías) ya te lo habían comentado hace unos años. Pero veo que quieres una descripción más detallada del asunto.
Cuando una nave enviada por la Gran Hermandad Blanca del Universo me recogió de la Tierra, poco tiempo después de mi resurrección, fui llevado al espacio exterior. Primero llegué donde el Concejo de los Veinticuatro Ancianos de la Galaxia; después, seguí mi camino hacia el Centro del Universo Local y llegué al Concejo de los Nueve de Andrómeda, que es parte de la Gran Hermandad Blanca del Universo, que me acogió hasta que el tiempo fuese cumplido para la humanidad de la Tierra. Luego, hace poco, volví a la Vía Láctea y al interior del Sistema Solar, encontrándome como ves, actualmente en este lugar cerca de regresar al mundo.
Ahora te pregunto yo a ti y todos a través de ti a la humanidad: ¿Dónde han estado todo este tiempo?.
¡Ay caramba!…, ahora me encontraba en problemas, porque no sabía qué responderle. Yo era un ser humano insignificante, ¿Qué podía contarle o decirle?
-Supongo que buscando, Señor…Buscando en todas partes-contesté como sintiéndome atrapado y sin salida, condenado a un irremediable tirón de orejas.
-No busquen fuera de ustedes…Con los demás y aquí está su misión.
Nuevamente su comentario me llenaba como alimento el espíritu. Y sin poder controlar mi inquietud continué con mi andanada de preguntas.
-¡Y por qué estás aquí Maestro?- aunque tenía una idea, quería escuchar su versión.
-La puerta de conexión del Sistema Solar con el Universo en el Tiempo Real está en esta zona ( entre las lunas de Júpiter); y no falta mucho para que la humanidad se percate de su existencia.
La respuesta me dejó pasmado. Estaba sorprendido. Asi que volví a arremeter:
-¿Cuándo será el día en que se sepan y se cumplan estas cosas?
-Ya se está acercando y cumpliendo el plazo, los acontecimientos así lo manifiestan. Por ello estoy cada vez más próximo…- enfatizó el Maestro.
De pronto irrumpió Mardorx, aprovechando que el Maestro hizo un largo silencio y lo había mirado como con complicidad, esperando que dijera algo y no fuera convidado de piedra.
-Mas, son ustedes los que lo están acercando, desde el momento en que se va produciendo un proceso de definición colectivo del ser humano. Porque si crecen en conciencia descubrirán que tienen una labor para con ustedes mismos y otra para con los demás.
-¡Ciertamente…-dijo el Maestro, celebrando al Guía presente-El momento actual los está invitando a asumir su lugar en la fiesta del cambio. No se resistan a participar concientemente, ser felices y a celebrar.
-Perdón por la consulta, pero ¿qué ha sido de tus apóstoles? En la actualidad, como parte de los delirios y desequilibrios de los egos, hay cantidad de gente en la Tierra que se cree la encarnación o reencarnación de tus primeros seguidores.
-¡Tú lo sabes!, ¡también te fue dicho! Pero se ve que quieres que yo mismo te lo confirme…Muchos de mis apóstoles que se identificaron con el proceso, sellaron su propia cristificación, según el grado de conciencia y compromiso, muriendo por amor. Y por ello, no volvieron a encarnar en la Tierra, sino que lo han hecho en planetas superiores, siendo ahora parte de las jerarquías extraterrestres que vienen solidariamente a colaborar.¿O es que acaso no les dije a ellos :”que allí donde iría les prepararía un lugar ”?
-Pero, Señor ¿por qué tiene que ser a través de un camino de sufrimiento ?¿No es como pedirle a la gente que sea resignada, conformista o hasta masoquista?
-¿Por qué se templa el metal en la fragua con golpes de martillo?¿Por qué los cristales en las rocas se forman a partir de grandes presiones?¿Por qué el sufrimiento y el dolor de una madre que está pariendo?¿Por qué se ama tanto lo que más nos cuesta lograr? Dios no desea el sufrimiento de nadie, pero tampoco puede impedir el aprendizaje.
El dolor y el sufrimiento son parte de una dinámica universal de crecimiento en conciencia. Constituyen ambos, parte de un mecanismo mediante el cual interactúan las leyes que dirigen la evolución en el universo material. Y siendo sus opuestos el gozo y la plenitud, el dolor y el sufrimiento son llaves para el conocimiento y el reconocimiento de muchas cosas.
El camino es un eterno aprendizaje en el amor, y en el servicio. Aunque trasciendan el sufrimiento en ustedes mismos, siempre habrá otros que lo vivan, por lo que podrán seguir creciendo como seres humanos, al conmoverse y solidarizarse con los demás. El sufrimiento inspira compasión, y esa es la prueba en la que se crece. Cuanto más conscientes sean, menos sufrimientos vivirán en ustedes mismos, pero no dejarán de sentir el dolor ajeno, porque la solidaridad les permitirá seguir amando. No se apeguen a las formas, para que puedan cultivar la paz interior; y así sus vidas serán una señal de fortaleza y coraje para el mundo y otros muchos, como una luz de esperanza al final del camino.
-Pero,¿ no podría ser de otra manera?¿Por qué tener que luchar y enfrentar; sufrir y llorar; crecer y sentir dolor?
De un momento a otro me embargó una sensación de tristeza. Por una parte, las respuestas me resultaban claras, pero por otro lado había una suerte de rebeldía en mí.
-El universo fue creado perfecto, pero como una semilla… La semilla es perfecta en sí misma, pero no puede quedar igual para siempre, tiene que cambiar, aunque esto signifique muerte como semilla, para transformarse en planta, dar frutos y generar otra plantas.
El universo aun siendo perfecto, evoluciona, cambia, innova, mejora y sobre la marcha, se adapta y se corrige. Los seres humanos tenemos que ser agentes de nuevas y profundas transformaciones. Podemos y debemos perfeccionar lo perfecto, sugiriendo e implementando nuevas formas y alternativas que le devuelvan la capacidad de transformación y cambio al universo; pero esto ha de hacerse desde la esencia misma y en contacto con ella.
La vida es una experiencia de aprendizaje en el cambio, y las transformaciones siempre arrastran consigo algún tipo de violencia.
-¿Y por qué todo esto? Perdóname Señor, pero pienso que esta es una oportunidad única como para interrogarte sobre aquellas cosas que todos hubiéramos querido siempre preguntarte. Han sido dos mil años y la humanidad no ha progresado en esencia. Su espiritualidad es superficial, inclinándose siempre a ser sectaria, fanática e inconsecuente.¡Quizás hasta hemos involucionado!
-Muchos han reaccionado, y todos ellos son motivo de esperanza e inspiración para los demás…-Dijo el Maestro mirándome con ternura y aportándome paz con su mirada.
-¡Pero son pocos en relación con el colectivo! ¿Qué va a pasar con la mayoría?- pregunté con cierta angustia.
-Bueno…ya llegó entonces el tiempo en que quedará claro el por qué y el para qué de todo este largo peregrinaje. Ahora ha de cumplirse lo que tiene que ocurrir, y para lo que ustedes han colaborado. También es el momento como para que no se dé aquello que algunos trataron de evitar.
El tiempo que ha transcurrido ha tenido su razón de ser; y al haber sido difícil, ello nos garantiza la calidad e importancia de la misión del ser humano en este mundo.
Aquellos que como tú están contactados con otras realidades, actúan hoy como una suerte de profetas del nuevo tiempo, y por ello, no deben dejarse arrastrar por el desaliento, la apatía o el pesimismo; por el contrario, miren a su alrededor y verán un terreno fértil donde arar. Verán que nunca antes como ahora, hay más sed de vida y hambre de amor, siendo muchos los corazones, mentes y almas dispuestas a dar lo mejor de sí para lograrlo. Requieren todos ellos una guía, una orientación; alguien que como ellos lo trate de conseguir y éste dispuesto a enseñarlo viviéndolo en sí mismo. Y es que falta tan poco, que en esta etapa se requiere que haya quienes desde el mismo colectivo humano alienten y estimulen a unirse a la distancia, en una misma intención, a todos aquellos capaces de actuar de una forma práctica, y que ya viene aportando el valioso tesoro de sus meditaciones y oraciones.
Ciertamente ha sido un largo peregrinaje de miles de años para el ser humano, de millones de años para el universo; pero de pocos segundos a escala cósmica para que se llegue a terminar de aprender y hoy se pueda enseñar.
¡Yo lo hice, y muchos lo están haciendo también!
-¡Entonces, no lo estamos haciendo tan mal!- Al hacer este comentario, mi estado de ánimo nuevamente empezaba a cambiar.
-No lo están haciendo mal, pero podrían hacerlo mejor…
El Maestro dijo esto, tornándose ligeramente serio.
-¿Qué es lo que a fin de cuentas debemos esforzarnos para que no ocurra?
Planteé esta pregunta por aspectos que no había entendido de lo que anteriormente le había escuchado.
-El fin violento y cruel…La destrucción indiscriminada de todo el planeta.
-¿Pero no han sido suficientemente crueles todas las guerras, pestes y enfermedades? Señor, sé que en tus tiempos no era mejor, pero hasta la semilla que dejaste se contaminó- En ese momento se me cruzaron por la mente las imágenes más terribles que el egoísmo inhumano ha producido…Y experimenté un profundo dolor en mi corazón, que me hizo sentir más que triste.
-La semilla cayó en distinto terrenos, y si bien es cierto que una parte significativa se contaminó por libre opción o por falta de fuerza, hay otra parte que sí ha dado buen resultado. Y es más de los que pueden imaginarse. Pero aun la mala semilla transformada en planta, al ser consumida por el fuego purificador de los cambios, se recicla, vuelve a la tierra y la fortalece.
Como bien saben, yo no he sido el único mensajero ni el único sembrador, ha habido muchas buenas cosechas a lo largo de la vida humana, consecuencia de la buena siembra de muchos eficientes obreros. Hoy hay semilla seleccionada que está aguardando que el campo termine de ser preparado.
Cuando me tocó sembrar, les enseñé que había dentro de cada uno un poder y una sabiduría a la que debían despertar, y que Dios mismo la ha colocado dentro de nuestras mentes y corazones como un don, para que seamos un reflejo consciente de Él. Ahora deben despertarla, aplicándola con fe para asegurar la transición definitiva del mundo y de la humanidad hacía un nuevo estado. Para que pasen rápidamente de la siembra a la cosecha…
Había podido apreciar que en sus últimos comentarios, el Maestro había recuperado la alegría, contagiándomela. En ese momento, el Guía Mardorx, no queriendo interrumpir demasiado bruscamente la conversación, intervino de nuevo, diciendo:
-¡Para esto se los preparó a lo largo de muchas encarnaciones, y nunca antes como ahora tienen en sus manos la posibilidad de sellar con éxito lo empezado!
-¡Hasta hace poco conocían en parte!…-retomó la conversación el Maestro, de una forma enérgica-, pero ya es momento de madurez, como para que conozcan más profundamente el porqué de las cosas. Porque nada acontece en vano ni porque sí. El crisol donde se ha ido forjando y purificando la humanidad ha sido fuerte. Por ello, cuando lleguen a dominar las leyes que todo lo regulan, no serán nunca más arrastrados por la indiferencia ni la negatividad, sino que más bien se sentirán conminados a una entrega mayor, en un servicio más comprometido.
Los demás serán el motivo de la existencia de ustedes, como lo ha sido para mí; y la recompensa será la paz y la verdadera felicidad que se alcanza al saber darle sentido a la vida…
Con todo lo último que había escuchado, mi ánimo nuevamente se había fortalecido, por lo que me decidí a volver a preguntar:
-¿Cuándo veremos las señales definitivas del cambio positivo?
-Ya se han venido dando…¡Ustedes mismos son parte de esa señal!…sólo que están demasiado ansiosos, a la vez que demasiados atentos a aquellas otras señales que a propósito son difundidas, manipuladas y exageradas como para confundirlos y desanimarlos.
-Aunque la pregunta sea algo tardía, quisiera saber ¿por qué estoy aquí? Si no merezco nada de esto, ¿por qué se me ha concedido esta oportunidad y privilegio?
-Porque te ubicaste al margen de las estructuras de las instituciones religiosas, políticas, filosóficas, manteniendo una férrea voluntad de universalismo, representando a todos y a nadie en especial, estando con todos por igual…Y porque al asumir la actitud correcta en el amor, a través de ti y de muchos como tú llegaremos a los corazones y las mente de grandes mayorías que se encuentran frustradas, decepcionadas y confundidas.
-¿Qué debo hacer ahora?- dije, sintiendo que mi pecho estallaba.
-¡Ve y haz lo que debes hacer! …Comparte con todos el mensaje de amor en el perdón y en el cambio, dando siempre el énfasis y la importancia a la esencia y no a la forma.
-¡Es tiempo de que regreses al Xendra!…- Se apresuró a decir el Guía Mardorx.
-¡Maestro, no te demores en volver!- le dije, mirándole a sus ojos, con palabras que se me atoraban en la garganta.
-Ahora no depende de mí, ni del Padre-Madre. Depende única y exclusivamente de ustedes, porque no voy a volver para juzgar a nadie, sino a participar de una evaluación final, que quedará a cargo de la propia humanidad. Yo mismo les enseñé a que no juzgaran..Más bien no se demoren en darse cuenta uds y culminar lo que deben hacer.
¡Ve en Paz!…
Los largos dedos de la mano de Mardorx se posaron en mi hombro, me hicieron girar y me condujeron hacia la rampa. Volví entonces el rostro para darle una última mirada a aquel campeón de la espiritualidad, observando que El también se iba alejando hacia el fondo de la sala.
Fui conducido hacia el exterior de aquel gigantesco domo, sede actual del Concejo Galáctico. Al salir, tenía la mirada puesta al frente. No me animé a hacer mayor comentario con Mardorx, porque aún estaba meditando una a una las palabras del Maestro, y no quería olvidar nada. Al salir, la atmósfera cambiaba y aparecía deslumbrante la ciudad Cristal de Morlen, y aquel extraño firmamento…Cruzamos andando de extremo a extremo la población hasta las afueras de la ciudad, donde se encontraba aquella media luna radiante de energía, que era el portal que me trajo y que ahora me regresaría. Entonces, el Guía se despidió de mí, tocándome una vez más los hombros con sus manos, y me dijo:
-¡Vuelve ahora porque ya es tiempo de que te reúnas con todo el resto! No olvides cuán importante es que no descuiden la responsabilidad que tienen entre manos, y el momento extraordinario que están viviendo, que les permitirá que todo lo que hagan, piensen y deseen se materialice para bien de todos.
Las puertas de la Hermandad Blanca de la Tierra han sido abiertas para que desde sus predios puedan hacer su labor y cumplir sus objetivos. ¡Esa es la razón de sus viajes a los Retiros! Además, es un privilegio que les concede la vida, el ser capaces de tanto si aprovechan la oportunidad para crecer y crear un futuro distinto.
¡Amor y Paz, Tell-Elam!
-Amor y Paz! –respondí yo, mientras entraba en el vórtice de energía que me llevaría de regreso a Quintero, en Chile.
La noche estaba fría al pie de la laguna, cuando me hallé a mí mismo caminando…La experiencia había producido en mí una paz indescriptible, por lo cual me fui hacia la orilla de la laguna y me senté a meditar, agradeciendo desde mí interior, todo lo vivido. Estaba ensimismado cuando llegaron al lugar Carmen de Lima y Elvis de Puerto Rico, interrumpiendo mi silencio, y preguntándome si había podido ubicar el Xendra. Les dije que sí, y les señalé los árboles, por lo cual rápidamente se encaminaron ambos hacia allá. Al rato regresaron muy emocionados, por cuanto Elvis había visto la energía y al ingresar en ella, se había sentido como absorbido por un remolino de luz, observando a la distancia como un planeta de color violeta. La sensación de temor frente a lo desconocido fue tan fuerte, que se arrepintió y bruscamente salió del Umbral. Carmen vio lo que le paso a Elvis, y por ello no se atrevió a intentarlo. Aproveché entonces para contarles algo de lo que me había tocado vivir sin haberlo buscado yo. Ellos quedaron sorprendidos.
Poco después fueron llegando uno a uno los convocados, que se hallaban repartidos en una extensa zona. Una vez reunidos, nos marchamos de regreso al campamento, con la intención de hacer los comentarios junto con los demás. Aunque por ser tan tarde y faltar pocas horas para que amaneciera, muchos se fueron directamente a dormir. Aquella madrugada del 22 de marzo de 1998 quedaría como un recuerdo imborrable en mi vida.
El domingo por la mañana, mientras compartíamos la experiencia vivida en el Xendra y nos preparábamos para terminar el encuentro, escuchamos el testimonio de Oscar Jaar y su esposa Guísela, de Chile, quienes narraron la experiencia que les tocó vivir, según sus propias palabras:
-Anoche cuando se recibió que debíamos ir a buscar el Xendra, salimos los catorce en busca de la Puerta Dimensional que, supuestamente ya estaría formada, cruzando un arroyo y dirigiéndonos hacia la loma donde el día anterior algunos habían recibido los Cristales de Cesio.
Empezamos a caminar en dirección hacia la colina, bajo una hermosa Luna llena que nos alumbraba la marcha. Yo iba adelante buscando el lugar y tratando de percibir por mí mismo, sin guiarme por Sixto, para no dejarme influir. De pronto, cuando habíamos caminado unos trescientos metros, empiezo a ver delante de mí, mi propia sombra (lo extraño era que la Luna estaba frente a nosotros, lo que hacía imposible que mi sombra estuviese adelante). Luego, veo dos figuras humanas luminosas. Se lo comenté a Sixto, y después de haber caminado un poco más, y no encontrar nada, nos dijo que nos volviéramos.
Nos dimos la vuelta y entonces le comenté que sería bueno detenernos a visualizar dónde estaba la concentración de energía. Todo esto mientras miraba al cielo, tratando de encontrar una señal.
Llegamos a la orilla de la laguna y Sixto nos pidió que nos separáramos y nos volviéramos a encontrar en una hora. Eran las 2:20 a.m.
Salí en dirección al Este, siempre buscando el Xendra. Y cuando había caminado cerca de doscientos metros, nuevamente me encontré las dos formas lumínicas de un color blanco azulado; una a mi izquierda y otra a mi derecha. En un principio por mi formación científica, pensaba que podía ser un reflejo.
De pronto sentí que no debía seguir caminando, y dejé de ver a esos dos seres; pero visualicé que detrás de mí había alguien muy alto, quizás de unos tres metros, con espalda ancha y cabeza redonda. Al girar para buscarlo, no lo encontré. Luego observé como a unos sesenta metros de distancia enfrente de mí, a alguien que se acercaba y me di cuenta de que era Guisela. Al llegar a mi lado, le indiqué que a mi izquierda estaba contemplando una luminosidad que se movía en el suelo, y que yo entendí como una acumulación de energía. Guisela entonces se dirigió hacia allá. Yo a continuación me acerqué unos metros, pero no tanto como lo que avanzó ella. Giré hacia el sur y miré el cielo, que estaba completamente despejado, y vi entonces una esfera de unos 35 cm de diámetro, de color magenta, que envió un haz de luz cilíndrico hacia mi cabeza. Pude ver a través de su centro, pero después no recuerdo más de ese momento.
Al ratito llegó Guisela y me contó que había vivido una experiencia importante, por cuanto al haberse alejado siguiendo la luz en el suelo, esta se desplazó hacia el Norte, hasta detenerse en un punto sobre el cual cayó un haz de luz blanca que iluminó en su interior la figura de un ser de unos dos metros de altura, calvo de piel cobriza, de boca recta, hombros rectos y angostos, vestido con un traje blanco muy ceñido al cuerpo y botas blancas. La figura y los colores eran tan nítidos, que parecía estar físicamente allí. Guisela se paró a unos dos metros de él y quiso avanzar, pero el ser la detuvo, diciéndole que previamente se armonizara. Ella obedeció, y tratando de realizar un trabajo de interiorización , escuchó una voz autoritaria que le dijo que avanzara hacia él, quedando a escasos 50 cm de distancia de su cuerpo. En ese instante descendió un nuevo haz de luz blanco, pero esta vez de 1,5 m de diámetro y apareció otro ser, ahora femenino y bajito, como de 1,4 m de altura. Era una mujer rubia, de ojos verdes, que tenía en su mano derecha los dedos cubiertos como con unos dedales oscuros que en su punta eran de color verde. Ella se quedó observando a Guisela de cerca, con curiosidad, mientras pasaba su mano y sus dedos perpendicularmente al cuerpo, moviéndola verticalmente frente a ella.
Mientras este ser femenino examinaba a Guisela, el guía comenzó a hablarle diciéndole:
-“Para contactarse con los maestros de la Hermandad Blanca, es necesario estar relajado, mentalmente descansado, receptivo y saber guardar silencio”…- Entonces, proyectó como en una pantalla que apareció enfrente de ella de unos 50×50 cm, la imagen de un maestro que tenía una capa magenta como la del Papa y un gorro extraño. Desapareció la pantalla y continuó hablando:- Cuando los 24 se reúnan con el Maestro Jesús, no será por medio de un Xendra.
Guisela sabía que se refería a los 24 que tienen que recibir el Libro de los de las Vestiduras Blancas (historia de la humanidad y de las civilizaciones que aquí han intervenido).
El Guía retrocedió un paso. Saliendo del cilindro de luz y desapareciendo, elevándose luego el cilindro junto con el ser femenino. Luego Guisela se volvió y se acercó a mí. Eran las 2:45 a.m. , cuando le dije entonces que esperáramos hasta las 3 a.m. para volver. Fue allí cuando apareció delante de mí, a unos diez metros, un anillo dorado girando sobre su eje; y sobre él, un triángulo azul con un círculo en el interior. Se lo comenté a mi compañera y ella me dijo que veía sobre mi cabeza, una pirámide azul. En ese momento recordé un sueño en el que aparecía Sixto. Fue ya hace un tiempo. El tenía un reloj que llamaba la atención y yo lo comparaba con el mío, como si se comparasen más que relojes, tiempos diferentes.
La energía era tan fuerte en el ambiente que me senté en el suelo y apoyé mi cabeza entre las rodillas, y al levantarme no sabía dónde me encontraba. Le pregunté entonces a Guisela:
-¿Dónde estamos?
Ella me contestó preguntándome si yo estaba bromeando, por lo que volví a preguntarle, y ella me contestó que en Chile. En ese instante observé que a mí alrededor, y al girar la cabeza, veía las imágenes, cuadro por cuadro. Pregunté a continuación:
-¿En qué parte de Chile?
Y ella me respondió que en Quintero.
Luego nos volvimos a reunir con el grupo, llegando algo atrasados porque faltábamos nosotros. Sixto, visiblemente emocionado, aprovechó para consultarnos lo que habíamos vivido. Guisela contó su experiencia y Sixto nos contó que había estado con el mismo ser y que se llamaba Mardorx de Xilox.
Al término del Encuentro, ya en nuestra casa, llamamos a Vicky Beer, de Tijuana (México), y ella nos narró muy entusiasmada, la experiencia que tuvo la misma noche del Xendra y a la misma hora pero en su casa, según la correspondencia horaria. Ella había entrado en su estudio, donde está la computadora, para revisar su e-mail, y en el momento en que se sentó frente a ella, vio un resplandor violeta en el centro de la habitación. Pensó que era un mensaje de que debía apoyar a los grupos de Chile y decidió sentarse a meditar ahí. Apenas cerró los ojos, vio descender un haz de luz blanco sobre ella y se sintió elevada a toda velocidad hacia una nave, donde se vio en una habitación completamente blanca y frente a ella, un ser exactamente igual al que describió Guisela y que Sixto identificó como Mardorx. Ella recuerda que este ser le habló durante largo tiempo. Y cuando regresó de la experiencia, estaba completamente helada. Había pasado una hora y no recordaba lo que le dijeron, pero sabía que era una experiencia real.
Cuatro personas habían vivido la experiencia, tal como los guías lo habían señalado en las comunicaciones, solo que una de ellas a miles de kilómetros de distancia, pero a la misma hora.